La organización de la cofradía de nuestra señora del rosario

La cofradía tuvo, a nivel interno, menos cargos que la Cofradía del Santo Cristo, sobre todo en tareas de organización y ejecución. En cambio en el ámbito externo estuvo controlada no sólo por representantes eclesiales sino también, a partir del siglo XVIII, por otros designados por el Estado. En conjunto presenta doce cargos unipersonales y dos colectivos que analizamos seguidamente.

Mayordomo

Entre 1663 y 1740 el puesto de mayordomo es compartido por dos personas. Entre este último año y 1751 hay un vaivén entre uno o dos mayordomos. Así habrá uno en los años 1741 a 1745 y 1747 a 1749, y dos en 1746, 1750 y 1751. A partir de 1752, y hasta 1794, sólo ejercerá de mayordomo el miembro del gremio de mareantes que designe éste. 

Hasta la mitad del siglo XVIII el único requisito para ejercer el cargo es el compromiso de ejercer bien el cargo.  En la segunda mitad del siglo se añade, como requisito, la capacidad económica por cuanto el mayordomo debía hacerse cargo de diferentes gastos de la Cofradía siendo los más señalados el de las fiestas del Santísimo Sacramento, el Rosario, la Purificación y la Anunciación.[1]De esta forma el acceso al puesto se restringe a los cofrades con mayor capacidad económica.

Entre  1650 – 1700, el día de Nuestra Señora del Rosario, los mayordomos salientes proponían a otros cofrades como nuevos mayordomos para un año, siendo necesario el refrendo de la mayoría de los miembros de la Cofradía para que se confirmara el nombramiento[2]. El sistema parece perdurar al menos hasta 1735 en que los mayordomos de ese año, Benito García Pumariño y Nicolás García Merudo, renovaron su mandato otro año más a instancias de los propios cofrades[3]. Los miembros designados podían rechazar el puesto si la cofradía no presentaba una solvencia económica clara, forzando la continuidad de los mayordomos salientes, como ocurrió con Alonso Morán y Santiago de la Peña en 1665, con Toribio Meyuro y Alonso del Puerto en 1667 y con Domingo del Busto y José López en 1684[4].

Entre sus funciones se encontraban las de encargarse de llevar y presentar las cuentas, recoger las limosnas, cobrar el quiñon de los barcos, vigilar los caudales de la Cofradía, encargarse del abastecimiento y suministro de cera e incienso a la Cofradía y sus miembros para las festividades y las devociones particulares. Además como la cofradía del Rosario englobaba también las del Dulce Nombre de Jesús y Santo Sacramento, uno de los mayordomos se hacía cargo de ésta última y el otro de las restantes[5]. Las funciones del mayordomo no varían con el paso de los años[6] e incluso se parece que  se incrementan, como en 1746 donde los mayordomos se encargan de aceptar o rechazar a los nuevos cofrades[7]


Comisario y comisario contandor

Aunque en la documentación ambos se mencionan en distintos sitios, una veces de forma esporádica (1720, 1739 y 1743) y otras de forma continua (1749 – 1755 y 1768 – 1782), parece que correspondían al mismo cargo con una única función: revisar las cuentas presentadas por los mayordomos. Su número oscila entre uno y cuatro y son los propios cofrades quienes fuerzan su creación en 1720. En este año los mayordomos José de la Auja Manuel y Pedro Free de Salas presentaron las cuentas que fueron rechazadas por la mayoría de los cofrades, quienes nombraron a cuatro comisarios para que las revisaran y volvieran a presentarlas en el Pórtico de la Iglesia. Iniciada la nueva reunión surgieron nuevas disputas que obligaron al párroco a ofrecer su vivienda para que se reunieran los mayordomos citados y los comisarios, quienes llegaron al acuerdo de que los mayordomos siguieran en sus cargos pero haciéndose cargo de la deuda de la cofradía estimada en trescientos diez reales y cuatro maravedíes[8].

El cargo de comisario no vuelve a mencionarse hasta 1743, aunque cuatro años antes dos cofrades, José Rodríguez Hebia y Ventura Torano, disconformes con las cuentas presentadas por los mayordomos Pedro Martínez Condres y Fernando Martínez, forzaron al párroco a que solicitara la presencia de otros dos cofrades para que revisaran las cuentas[9]. La revisión confirma la cuentas presentadas por los mayordomos lo que hace que el párroco reconvenga a los cofrades disconformes[10]. Ya en 1743 el visitador da comisión al cura para tomar las cuentas al mayordomo con “relación jurada” de éste y ante la “asistencia de los contadores y citación de los cofrades para que asistan a la liquidación..”[11]

La mención a los contadores aparece de nuevo en 1749 y se mantiene hasta 1755 de forma ininterrumpida e invariable en su número, cuatro. Durante esos seis años tomarán posesión del cargo un total de trece cofrades. La documentación de la cofradía nos ha dejado los nombres de todos ellos[12] y en siete casos, gracias a la documentación notarial, sabemos cual era su profesión y situación en el gremio de mareantes, lo que nos permite ampliar el conocimiento sobre el cargo de contador. Así tres eran propietarios de barcos, tres patrones y uno diputado del Gremio de Mareantes[13]

El último período ininterrumpido transcurrió de 1768 -1782. Desde 1768 a 1778 las funciones de contador las ejercieron el cabo celador y el diputado del Gremio, mientras que desde esta última fecha hasta 1782 las tareas se encargaron a cofrades no especificados.

A pesar de sus apariciones esporádicas parece evidente que el cargo existió a lo largo de todo el siglo XVIII. Así mismo puede afirmarse que el cargo fue ocupado por los dirigentes del Gremio de Mareantes, que elegían a sus cargos electivos, diputado y cabo celador, de entre los patrones y propietarios de barcos. Por último hay que señalar la participación activa de los cofrades en las tareas de administración de la Cofradía, forzando el nombramiento de comisarios (1720) o la repetición de s cuentas (1739).

Junta de capitanes de barco

La documentación refleja su intervención sólo en aquellas ocasiones en que las decisiones de la Cofradía afectan al Gremio de Mareantes. Así consta en los ingresos como cofrades de Martín Martínez de la Uz en 1694 y de su hijo José Martínez Busto en 1709, escribanos ambos y que como tales colaborarán con la Cofradía y el Gremio, estando presentes en el acuerdo por la primera sus mayordomos, por la segunda la Junta de capitanes de barco y por la Iglesia el párroco.

Junta de cofrades

En ella participaban todos los miembros de la Cofradía y sus funciones se restringían, aunque la restricción no implica menoscabo de su importancia, a confirmar por mayoría a los candidatos propuestos para ocupar el cargo de mayordomo[14]y revisar, y en su caso impugnar, las cuentas anuales que éstos últimos presentaban al finalizar su mandato[15]. Su papel por tanto e de suma importancia.

Párroco

Es el encargado de realizar las constituciones de la cofradía en 1662[16]. Desde entonces hasta 1700 sus funciones, a nivel de administración interna al margen del ejercicio de su ministerio, se reducen a una mera presencia testimonial en la elección anual de mayordomos y la presentación por éstos de las cuentas del mandato. Durante la primera mitad del siglo XVIII añade a sus tareas la intemediación en caso de conflicto[17] y la colaboración con los mayordomos en la aceptación de nuevos cofrades[18]. Durante al segunda mitad del siglo la documentación sólo refleja su participación en los actos puramente religiosos: oficios de misas del alba, conducción de procesiones religiosas...

Prior del convento de Santo Domingo de oviedo

Los dominicos del convento de Oviedo impulsan la creación de la cofradía, participando directa o indirectamente en la redacción de las dos constituciones que se conservan[19].  Hasta la primera mitad del siglo XVIII, ratifican el ingreso de los nuevos cofrades y su acceso a las indulgencias concedidas a los devotos del Rosario[20], siempre con la autorización del obispo. Además parece que ratifican el nombramiento de capellanes, al menos así se hizo en 1726 y 1735[21], fecha esta última en que las referencias a los dominicos desaparecen de la documentación.

visitador

Bajo la dependencia directa del obispo realiza tareas de control e impone su criterio si lo considera oportuno. Así lo hace cuando aconseja abrir un libro nuevo para acuerdos, cuentas... en el momento de la refundación de la Cofradía, impide el trasvase de capitales de la cofradía al Gremio o revisa anualmente las cuentas[22].

Juez subdelegado de marina de candás y luanco

Hace su aparición en la documentación en 1795 cuando el juez Andrés Caunedo respalda la negativa del mayordomo del Rosario a dar las cuentas de la cofradía al párroco y al visitador. Negativa predecible por cuanto desde 1793 constan las quejas del párroco por la desgana y resistencia mostrada por los mayordomos a darle las cuentas de la Cofradía. El rechazo al poder eclesiástico es consecuencia de las órdenes del Consejo de Castilla ,publicadas en 1786, que obligaban a la disolución de las cofradías gremiales para “...constituirse en montepíos y acopios de materias para las artes y oficios que faciliten las manufacturas y trabajo de los artesanos y fomenten la industria popular...” [23]Una medida impulsada por Campomanes e inspirada en la búsqueda del bien público[24]que debía realizar el Estado y que veía en las congregaciones espirituales una fuente de gastos que menoscababan innecesariamente la riqueza del Estado y los gremios[25].  Disponer de los fondos de la Cofradía era una aspiración largamente perseguida por el Gremio de Mareantes y siempre rechazada por el representante de la autoridad eclesiástica, el visitador[26], que tan sólo admitía la concesión de préstamos de la Cofradía al Gremio. Unos préstamos frecuentes desde 1750  y prácticamente anuales desde 1779. Sin embargo los préstamos tan sólo suponían, en todos los casos, una parte de lo aportado por el Gremio a la Cofradía como puede observarse en el cuadro adjunto. Parece evidente que los miembros del Gremio habían encontrado la forma de sortear la prohibición de trasvasar dinero

Años
Reales que presta la cofradía al gremio
% que representa el préstamo al Gremio sobre el gasto total de ese año
Reales que aporta el Gremio a la Cofradía
1758-59
1.500
43
3.653
1760-61
120
4,2
2.294
1768-69
384
11
2.067
1774-75
300
11
4.190
1779-80
1.741
41
3.039
1780-81
1.000
24
2.673
1783-84
3.000
64
4.470
1784-85
2.000
36
5.221
1786-87
800
23
3.010
1787-88
600
12
5.472
1788-89
6.000
63
6.939
1790-91
850
11
6.437
1791-92
2.000
25
5.332
1794-95
1.742
36
5.198

desde la Cofradía y a la par mantener su compromiso de aportar parte de lo obtenido en las capturas de la pesca. Tal vez sus fines no eran tan elevados como los de Campomanes y se restringían a decidir la cuantía a aportar en función de sus necesidades cotidianas. Pero la lucha fue enconada y aún en 1798, doce años después de la orden del Consejo de Castilla, el párroco insiste en mantener la costumbre de que el mayordomo de la Cofradía le presente a él y al visitador las cuentas anualmente. Sus argumentos no han quedado recogidos pero debieron bordear la amenaza por cuanto el juez y el mayordomo, aun manteniendo su postura, advierten que no quieren problemas ni con el sacerdote ni con la Iglesia[27]. Parecen claras dos posturas, una, de la Iglesia, que considera de su jurisdicción todo lo que tenga relación con la religión, incluidos los medios materiales que la posibilitan, y otra, civil, que considera de su competencia todo lo que no sea práctica religiosa estricta.

Colaboradores de la cofradía

Al igual que en la cofradía del Santo Cristo en al del Rosario existen personas, cofrades o no, que realizan tareas concretas, bien por un sueldo fijo bien de forma desinteresada. En el Rosario se documentan cinco de estos colaboradores: el capellán, el escribano, el sacristán de la Iglesia, el sacristán de la capilla y el organista.

El capellán aparece mencionado dos veces, una en 1726 y otra en 1735, aunque la última referencia incluye la primera. El capellán de 1735, Domingo Antonio García Linares, copia ese año el nombramiento de su antecesor, Domingo Antonio Solís, que realizó el prior del convento de Santo Domingo de Oviedo, fray Lorenzo Barañono el 22 de Junio de 1726[28]. Domingo Antonio García debió realizar la transcripción para dejar constancia de su designación por el prior del convento de santo Domingo de Oviedo, fray Miguel Menéndez, y de sus funciones recogidas en el nombramiento de su antecesor. Éstas son: recibir a los cofrades, bendecir rosarios, rosas y candelas para la hora de la muerte y dirigir espiritualmente la Cofradía. No ha quedado constancia de la trascendencia del cargo, ni las causas que motivaron su creación ni de su pervivencia después de 1735, pero en 1743 el recibimiento de los nuevos cofrades era realizada por el mayordomo y el párroco[29].

Del escribano tan sólo ha quedado constancia de los ingresos de Martín Martínez de la Uz en 1694 y de su hijo José Martínez del Busto quince años más tarde. Sus tareas incluían participar en las misas, actos y servicios para el culto divino programados por la Cofradía, encargarse de los autos del Gremio, remates del quiñon, fianza y pago de impuestos, todo ello de forma desinteresada. Tampoco nos ha quedado huella alguna sobre su importancia real o sobre sus sustitutos, si los hubo.

De los otros tres colaboradores sólo conocemos su salario, en el caso de uno, por razones obvias, sus funciones, que intuimos en los otros dos. El sacristán de la Iglesia aparece en las partidas de gasto de forma continuada desde 1691, reflejando un salario irregular y tendente a la baja[30] como se observa en el siguiente cuadro

Años
Salario (en reales)
1695-1698
68
1698-1699
70
1699-1700
78
1700-1702
68
1702-1703
71,5
1703-1720
70
1721-1760
50
1760-1762
52
1763-1764
54
1764-1771
50
1771-1775
58
1775-1795
50

El sacristán de la capilla aparece en la documentación en 1770, manteniendo su asignación de 40 reales anuales hasta 1789.

Si la sacristía se define como “anejo de la iglesia donde se conservan los vasos y ornamentos sagrados, destinada asimismo al revestimiento de los oficiantes”[31]las labores de ambos sacristanes debieron consistir ala igual que las de su homólogo del Santo cristo, en cuidar de las prendas, ornamentos y útiles que la Cofradía utilizaba en actos litúrgicos cotidianos y fiestas señaladas.

Por último el organista aparece en 1769 y hasta 1795 su remuneración permanece inalterada en 150 reales anuales.

conclusión

La administración de la cofradía del Rosario estaba a cargo de cofrades elegidos de entre aquellos miembros que poseían una determinada capacidad económica. Sus funciones se hallaban perfectamente reguladas y su cumplimiento controlado tanto por los cofrades como por órganos externos e internos nombrados con este fin. Pero la cofradía del Rosario no deja de ser una extensión del Gremio de Mareantes, y así lo entienden sus miembros, cada vez más reacios a la intromisión en asuntos administrativos de los representantes eclesiásticos. De esta forma las ordenanzas de 1786 proporcionan la cobertura legal que parece anhelaban los cofrades.


[1] APC Libro de Cofradía de Nuestra... (1734 – 1795). Acuerdo de 1760
[2] APC Libro de Cofradía de Nuestra... (1661 – 1734), fº 47 v año 1760
[3] APC Ibid (1734 – 1795) años 1735 - 36
[4] APC Ibid (1661 - 1734). Años 1665, 1667, 1684
[5] APC Ibid (1661 - 1734). Años 1672, 1679, 1692
[6] APC Ibid (1734 - 1795). Años 1746, 1754, 1760
[7] APC Ibid (1734 - 1795). Años 1746,
[8] APC Ibid (1661 - 1734). Años 1719 y 1720
[9] APC Ibid (1734 - 1795). Los elegidos fueron José Prendes Hebia y Juan García Pumariño
[10] APC Ibid (1734 - 1795). Año 1739
[11] APC Ibid. Visita del 21 de Octubre de 1743
[12] APC Ibid Años 1749 – 1755. Los trece son: Fernando Suárez, Gregorio González Villar, Francisco González, Carlos Menéndez, Francisco González Villar, Pedro Regulado García, Tomás de la Auja, José de la Auja Manuel, Fernando del Busto Prendes, Baltasar de la Auja Manuel, Narciso Torano, Antonio Muñiz Perán y José Rodríguez Hebia.
[13] Propietarios: José Rodríguez Hebia (caja 2215, año 1769 AHPO), Gregorio González Villar (fº 20 caja 2209 año 1740 AHPO), Pedro Regulado García (fº 36 y ss caja 2210 año 1792 AHPO)
Patrones: Francisco González Villar  y Carlos Menéndez (fº 20 caja 2209 año 1740 AHPO), Baltasar de la Auja (Libro Cofradía del Sto Cristo, año 1750)
Diputado: Fernando Suárez (fº 100 caja 2211 año 1749 AHPO)
[14] APC Libro de Cofradía de Nuestra...(1661 – 1734), año 1675
      APC Libro de Cofradía de Nuestra...(1734 – 1795), año 1743
[15] APC Libro de Cofradía de Nuestra.../1631-1734) y (1734 -1795). Años 1720, 1739.
[16] APC Ibid años 1661 - 1662
[17] APC Ibid años 1720 y 1739
[18] APC Ibid año 1746
[19] APC Ibid años 1604, 1662
[20] APC Ibid años 1698, 1726
[21] APC Ibid años 1726 y 1735
[22] APC Ibid sirvan de ejemplo los años 1670, 1677 o 1743
[23] López R. Comportamientos religiosos en Asturias durante el Antiguo Régimen, pag 217 Ed. 1989
[24] Soubeyroux J “El encuentro del pobre y la sociedad: asistencia y represión en el Madrid del siglo XVIII” pag 55 – 56. Estudios de Historia Social, nº 20 -21 Ed. 1987
[25] López R. Op cit pag 216
[26] APC Libro de la Cofradía de Nuestra (1661 – 1734) Visita 1670
[27] APC Ibid /1734 – 1759). La polémica se recoge en un papel suelto al final del libro y fechado el 8 de Febrero de 1798.
[28] APC Ibid Año 1735
[29] APC Ibid año 1743
[30] APC Ibid (1661 – 1734)
[31] Fatas G y Borrás G Diccionario de términos de Arte y elementos de Arqueología, heráldica y numismática pag 210 ed 1990

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