La pena de muerte vista por Galdós
“Lo más cruel y repugnante que existe después de la pena de muerte es el
ceremonial que la precede y la lúgubre antesala del cadalso con sus cuarenta y
ocho mortales horas de capilla. Casi es más horrendo que la horca misma aquella
larga espera y agonía entre la vida y la muerte, durante la cual la víctima es
expuesta a la compasión pública como son expuestos a la pública curiosidad los
animales raros. La ley, que hasta entonces se ha mostrado severa, muéstrase
ahora ferozmente burlona, permitiéndole la compañía de parientes y amigos y
dándole de comer a qué quieres boca. Algún condenado de clase humilde prueba en
esos dos días platos y delicadas confituras, cuyo sabor no conocía. Señores,
sacerdotes y altos personajes le dan la mano, le dirigen vulgares palabrillas
de consuelo, y todos se empeñan en hacerle creer que es el hombre más feliz de
la creación, que no debe envidiar a los que incurren en la tontería de seguir
viviendo, y que estar en capilla con el implacable verdugo a la puerta es una
delicia. Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido solicitar expresamente tanta
felicidad, ni contar a Nerón, Luis XI, don Pedro de Castilla, Felipe II,
Robespierre y Fernando VII entre los bienhechores de la humanidad”
El terror de 1824, Benito
Pérez Galdós, pag 741 Episodios Nacionales. Segunda Serie. La España de
Fernando VII. Ediciones Destino,2006
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