Una tradición romana en la Asturias del siglo XVII. La oblada.
En el Diccionario de la Real Academia Española se define la oblada como
una ofrenda que se lleva a la iglesia y se da por los difuntos, que
regularmente es un pan o rosca.
En el mundo romano se pensaba que los espíritus de los muertos
tenían hambre y sed y por tanto había que proporcionarles bebida y comida. Eran frecuentes las ofrendas de huevos,
judías, lentejas y vino en el día de los difuntos, la Paternalia, celebrada en los idus de febrero y que se prolongaba hasta el 21 de ese mes.
Esta costumbre adoptada por el cristianismo se mantuvo hasta comienzos del siglo XX en Asturias, tal y como me relataba mi abuela en los años ochenta del pasado siglo. Los relatos orales que recogí en aquella época son coincidentes con las mandas recogidas en los protocolos notariales de los siglos XVII a XIX que por otros trabajos tuve oportunidad de leer. Un ejemplo sería el testamento de
Mencía de Baldés realizado el 13 de mayo de 1639 ante el notario Juan de Valdés
Bango de Avilés (caja 65 AHP). “…. Y mando el día de mi entierro se ofrezca y
lleve por mi anima un carnero y media fanega de escanda y tres azumbres de vino
y mando que el segundo y tercer día siguiente al dia de mi entierro se me diga
misa por mi anima y se lleve por mi lo que pareciere a mis testamentarios…..y
también mano me oblade año y dia y baya sobre mi sepultura Marina de Valdes mi
hija, mujer de Tomas de Carbajal mi yerno la cual lleve cada domingo sobre mi
sepultura dos panes y un puchero de vino y su compango y para ello la susodicha
y su marido tomen de mi hacienda lo necesario….”
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